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“El tratamiento con ozono contrarresta los efectos adversos de quimio y radioterapia: la diferencia entre vivir y sobrevivir»

Raquel, de 49 años, fue intervenida quirúrgicamente el pasado mes de septiembre a causa de un cáncer de ovarios. Después de cada sesión de quimioterapia se sentía muy mal, terriblemente cansada y con un espantoso dolor de huesos. Algunos días no tenía fuerzas ni para levantarse de la cama. Trabaja en un supermercado y actualmente está de baja. A sus oídos llegó una palabra que, literalmente, cambiaría su vida: ozonoterapia. Algunos familiares lo habían probado y, absolutamente desesperada, decidió comprobar por sí misma si lo que le contaban era verdad. Y lo fue.

“El Ozono protege al organismo de los efectos tóxicos de la quimio y radioterapia”, pero al mismo tiempo entorpece el desarrollo del cáncer cuyo medio ideal debe carecer de oxigeno: “al cáncer no le gusta el ozono porque no le gusta que haya oxígeno”, asegura el doctor Magallanes Regojo, que lleva años estudiando y comprobando los efectos positivos que provoca el uso de la ozonoterapia en los casos de cáncer

Raquel llegó a la Clínica Claro con intenso dolor y profundo cansancio que se habían prolongado casi dos semanas tras su primer ciclo de quimioterapia. A partir de ahí ya nada fue igual. “Los efectos de la quimio me duraban mucho menos, me recuperaba mucho antes y podía hacer vida más o menos normal. Hasta los análisis de antes de las sesiones estaban bien. Y, con menos dolor, te vuelves a ilusionar. Una cosa tan sencilla como poder barrer… antes era incapaz de coger la escoba y ahora he vuelto a poder hacerlo. O caminar hasta media hora seguida; te cansas, pero no es lo de antes. Una diferencia grande, la calidad de vida mejora muchísimo”, reconoce.

Aunque lo ideal es acudir a la ozonoterapia tres semanas o un mes antes de empezar la quimioterapia, el efecto positivo que provoca, como en el caso de Raquel, también se consigue con posterioridad. “El efecto del ozono sobre la quimio es contrarrestar su efecto oxidativo y la idea es mantener el tratamiento durante el tiempo que se mantenga esa agresión continua que es la quimioterapia. En cuanto se acabe, concluye el uso de la ozonoterapia”. Una técnica que, por cierto, no está sufragada por la Sanidad pública. “Con lo mal que lo pasamos”, comenta Raquel, “el mero hecho de poder reducirnos el dolor ya tendría que ser suficiente para incluirlo en la Seguridad Social. No entiendo por qué no lo está ya, si con ella se puede mejorar la vida del paciente”.

Pero para pacientes como Raquel, supone “una buena inversión”. “Sobre todo, en calidad de vida. A cualquier persona con un cáncer le diría que pruebe con el ozono. Lo que vivamos, que, al menos, sea con calidad. Para mí es una opción muy buena para vivir mejor”.

“La diferencia está entre sobrevivir y vivir”, concluye el doctor. “Cuando estás haciendo quimio y radio y estás con ozono, puedes vivir; con molestias, pero vives. Pero sin ozono, solo sobrevives, te arrastras, incluso en algunos casos tienes que dejar el tratamiento. Lo que a mí me anima a seguir es la gente que con el ozono dispone de una calidad de vida que le regalamos, y eso no es ninguna tontería”.

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