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Ozonoterapia para reabrir los pulmones y la carrera deportiva de un niño con asma

Camiseta, pantalón, medias y botas. Darío, un niño vigués de 11 años, ya había guardado todo su equipaje en la mochila para asistir a una nueva jornada del campamento de fútbol de verano en Domaio. Pero esa mañana de agosto el día había amanecido con la típica sensación de bochorno. La humedad ambiental, sumada al fuerte calor, le provocó a Darío un fuerte ataque de asma. El primero desde que era un bebé –de muy pequeño tuvo problemas respiratorios, pero los superó al cumplir los dos años–.

Durante este mes de agosto de 2017, en el que la familia de Darío pasaba las vacaciones en Moaña, la crisis asmática le pegó bastante fuerte. No pudo volver al campamento de fútbol durante dos semanas porque la tos y la fatiga le impedían realizar cualquier tipo de esfuerzo.

Su pediatra le recetó el tratamiento típico: inhaladores para abrir los bronquios y antibióticos para eliminar el moco verde de los pulmones. Sin embargo, este ataque de asma solo fue la antesala de todos los que vinieron después.

“A pesar de la medicación cada crisis le tenía dos semanas sin salir de casa”, explica su padre. Para un niño que practica deporte (fútbol y baloncesto) es una experiencia complicada. Según su progenitor tiene que ausentarse en el colegio, parar de entrenar y dejar de salir con sus amigos. A pesar de que Darío es un chico fuerte y ha aprendido a soportar la fatiga, la tos y la sensación de ahogo, sus padres sentían que todos estos procesos también le afectaban psicológicamente. “La impotencia de no poder hacer cosas”, definen.

Ante los reiterados ataques de asma los médicos mantenían la prescripción de inhaladores, antibióticos y hasta corticoides. Darío y sus padres necesitaban otra vía para mejorar la calidad de vida del preadolescente. Les recomendaron probar con la ozonoterapia y se pusieron en contacto con la Clínica Claro de Vigo. Después de que el doctor Marques de Magallanes, director del centro, les explicase cómo podía ayudar al niño, se decidieron a empezar el tratamiento con ozono.

Ahora Darío tiene 13 años y, aunque no esté curado de su asma, se han acortado los tiempos de cada crisis. Los típicos días de bochorno le siguen afectando, pero los episodios son menos frecuentes y más cortos. “Después de comenzar con la ozonoterapia Darío llegó un día del entrenamiento y le dijo a su madre que tenía agujetas”, explica su padre. El niño se dio cuenta de que por culpa del asma nunca había podido vaciarse físicamente haciendo deporte. Sus problemas respiratorios le impedían exprimirse al máximo. “Aún sin poder desprenderse por completo del inhalador, ahora rinde más en el campo. Puede cansarse por su propio esfuerzo, no por la fatiga que le provoca el asma”, concluye su familiar.

Los padres de Darío han encontrado la forma de ayudar a que su hijo asmático practique deporte como los demás niños de su edad. Reconocen que al principio tuvieron sus dudas con recurrir a la ozonoterapia porque una persona cercana, enfermera de profesión, se había mostrado algo escéptica al respecto, pero después de comprobar los resultados están más que satisfechos: “Por supuesto que recomendamos la ozonoterapia para casos similares de asma. Una de las cosas que nos convenció es que el doctor Marques de Magallanes nos describió el ozono como inocuo, algo en lo que ya es diferente a otros fármacos como los inhaladores, antibióticos y corticoides, cuyos prospectos están plagados de efectos secundarios”, manifiesta el padre del chico.

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