parkinson rigido

Un vecino de Salceda frena el avance de su párkinson con la ayuda de la ozonoterapia

Todo carecía de sentido para Andrés y su familia hace cuatro años. Un día, a este padre de familia de Salceda de Caselas de 52 años, se le paralizó el cuerpo. Era un operario de una cadena de montaje de una empresa de automoción y una mañana sus brazos y sus piernas se congelaron, no se podía mover. ¿Cuál fue el diagnóstico del médico de su mutua y del psiquiatra de la seguridad social? Depresión. Tuvo que esperar a la jubilación de éste último para que la nueva facultativa se diese cuenta del problema real de Andrés y le enviase a ver a un neurólogo. Después de dos años desde aquel episodio en la fábrica en el que se quedó como un maniquí, después de dos años perdidos medicándose contra algo que no padecía, cediéndole ventaja a su enfermedad real, llegó el diagnóstico correcto: párkinson rígido-acinético.

El síndrome rígido-acinético se caracteriza clínicamente por la rigidez muscular, lentitud en la ejecución de movimientos y alteración del equilibrio, entre otros síntomas, una enfermedad neurodegenerativa, cuyo tratamiento funciona mejor cuanto antes se detecte. Andrés estuvo tomando antidepresivos durante dos años. Medicamentos que sólo conseguían agravar más su problema por culpa de la somnolencia y la relajación muscular. “Iba todavía más lento, me sentía apagado”, recuerda el salcedense.

Hoy ya han pasado cuatro años desde el diagnóstico correcto y seis desde que tuvo de dejar su trabajo. Cuando le dio el primer ataque de párkinson en su puesto laboral, cogió la baja y nunca ha vuelto, le han concedido la minusvalía y se ha prejubilado. Ahora se centra en combatir la enfermedad con el apoyo de su mujer y de sus dos hijos.

Como es habitual en estos casos, Andrés se medica con dopamina, lo hace cada cuatro horas. Hacia la noche deja de hacerle efecto y conforme se acerca el final del día sus músculos vuelven a agarrotarse como aquel día en la factoría. Necesitaba algo más para recuperar una relativa normalidad, y ahí es donde apareció el ozono. Su mujer peinó internet hasta encontrar los servicios de la Clínica de Ozonoterapia Claro de Vigo. En cuanto Andrés se convirtió en paciente del doctor Marques de Magallanes recuperó sus fuerzas, su energía y lo mejor de todo, consiguió demorar ese bajón que cada noche atenazaba sus músculos y aguantar el día hasta el final.

Compagina su tratamiento ordinario de dopamina con la ozonoterapia y ha ganado mucha calidad de vida. Ahora se ha transformado en el amo de su casa para ayudar a su familia llevando el peso de todas las tareas del hogar, se atreve a conducir solo y de vez en cuando sale a dar paseos en bicicleta. “Recomiendo el ozono para frenar los síntomas de la enfermedad de Parkinson y no entiendo por qué la medicina tradicional no está trabajando codo con codo con la ozonoterapia para mejorar la calidad de vida de los pacientes”, comenta el porriñés.

¿Cómo ayuda la ozonoterapia a los enfermos de párkinson?

La enfermedad de Parkinson ataca directamente a las neuronas, esas células nerviosas que transmiten las órdenes del cerebro a los músculos. La medicación habitual aporta al organismo precisamente eso que le falta: la dopamina, un químico que producen estas células nerviosas que el párkinson va matando lentamente. Pero en palabras del doctor Marques de Magallanes, director de la Clínica Claro, “eso no es suficiente, porque las neuronas se siguen degradando, el ozono da salud a las neuronas, oxigenándolas, alargamos su vida, no curamos la enfermedad, pero sí que la frenamos para que no avance tan rápidamente”, recurriendo a una metáfora, podríamos decir que la dopamina es la gasolina que hace funcionar a las células y el ozono es el alimento que prolonga su vida útil; “son tratamientos complementarios, la ozonoterapia actúa alrededor de los beneficios de la dopamina y los multiplica”, concluye Marques de Magallanes.

Un reciente estudio realizado sobre 90 pacientes ha demostrado que la ozonoterapia mejora los síntomas de los paciente parkinsonianos. La actividad en la vida diaria mejoró en un 79% de los enfermos, y también el estado médico en un 66% de los pacientes. La investigación demostró la eficacia de la ozonoterapia en el tratamiento de los síndromes parkinsonianos, cuyos beneficios fueron más marcados en los estadios precoces de la enfermedad, por lo que consideramos que es importante empezar con el tratamiento con ozonoterapia desde los primeros estadios.

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