2020-09-07 depre

La ozonoterapia levanta a un vecino de Nigrán hundido por una depresión

Hay veces que la vida se obsesiona en ponernos palos en la rueda. Darnos una de cal y otra de cal hasta hacernos sentir que no valemos, que todo lo malo es culpa nuestra y que no hay forma de salir del agujero en el que nos hemos caído. Una sucesión de golpes que nos acaba sumergiendo en una depresión. Esto, precisamente, le sucedió a Ismael, un arquitecto de 58 años de Nigrán vapuleado por la crisis económica de 2008 y rematado este 2020 por las dificultades financieras que han acompañado a la pandemia de la Covid-19.

Ismael, al principio, le quitaba hierro al asunto. Aseguraba que la mala situación económica le había dejado “tocado”. Pero cuando se puso en las manos de los médicos le pusieron en tratamiento psiquiátrico contra la depresión y también le recomendaron que mejorase su forma física. Cambios que no fueron suficientes para darle la vuelta a su situación porque su cuerpo no le pedía otra cosa que no fuese dormir. Sus días nunca terminaban, las semanas se le hacían eternas y su familia ya no sabía cómo ayudarle a salir del bache.

Un día, gracias al boca a boca, se enteró de que la ozonoterapia podría ser otro aliado al que sumar en su lucha contra la depresión. Se puso en contacto con el doctor José Antonio Marqués de Magallanes, director de la Clínica de Ozonoterapia Claro de Vigo, y se decidió a compaginar los antidepresivos con el tratamiento con ozono.

“Desde el principio José Antonio me demostró ser un gran profesional y nunca tuve dudas”, explica el arquitecto de Nigrán varios meses después de su primera visita a la clínica. “Las primeras semanas fueron difíciles por el agotamiento. Al día siguiente de la primera sesión tuve que quedarme en cama porque mis niveles de oxígeno en sangre eran bajísimos y lo normal era tener que recuperar. Pero el cansancio era cada vez menor conforme avanzaron las sesiones y tras el confinamiento conseguí encontrarme mucho mejor”, describe Ismael.

“Verme bien, como me encuentro ahora, me hace ser consciente de lo ‘malito’ que estaba”, confiesa Ismael al echar la vista atrás. El arquitecto ha conseguido volver a regular su sueño, ha mejorado su estado anímico y admite sentir más energía física para afrontar el día a día.

“La ozonoterapia me quitó unas gafas que me había puesto la vida que me daban visión borrosa. Me ha ayudado a tener ganas de poner orden a todo lo que me estaba pasando”, manifiesta el nigranés, que destaca además el valor humano del doctor Marques de Magallanes: “Al margen del tratamiento con ozono, que es pura química, me dio pautas de comportamiento y consejos para mejorar mi situación. El impacto de la ozonoterapia ha sido físico y los consejos de José Antonio han sido la parte emocional. La combinación de ambas cosas es lo que me ha ayudado”.

Después de que tanto él como sus familiares hayan percibido una mejoría general, Ismael ha querido recomendar la ozonoterapia para todas aquellas personas que estén pasando por un proceso de depresión similar al suyo. “Es una terapia poco invasiva y por probarla no se pierde nada. Al final los resultados que se obtienen compensan sobradamente el esfuerzo tanto económico como de tiempo. Sin duda alguna debería considerarse como una opción para gente que ha pasado lo mismo que yo”, concluye.

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